Desde muchos años atrás yo había sabido que era necesario meter en la misma bolsa a los católicos, los freudianos, los marxistas y los patriotas. Quiero decir: a cualquiera que tuviese fe, no importa en qué cosa; a cualquiera que opine, sepa o actúe repitiendo pensamientos aprendidos o heredados. Un hombre con fe es más peligroso que una bestia con hambre. Medina deambula entre Santa María y Lavanda; entre el recuerdo de un tiempo en que soñó ser Dios y un presente que lo acorrala en la más profunda desolación; entre jeringas, revólveres y pinceles, símbolos de las acciones que forjaron distintas etapas de su vida como médico, comisario y pintor, todas ocupaciones en las que fracasó irremediablemente. La publicación de Dejemos hablar al viento concluye la serie de novelas y relatos que Juan Carlos Onetti dedicó a su inolvidable Santa María y lo consagra definitivamente como uno de los autores ineludibles de la literatura latinoamericana de todos los tiempos.